
Luis Abinader: Robín Nunca Batman
En Opinión - Politíca septiembre 20, 2014 porUn sector del empresariado nacional, con el aval de una “determinante” embajada extranjera, ha decidido adueñarse del control del Estado, para manejar la cosa pública libremente a su favor, y al efecto están experimentando construir un candidato que puedan potabilizar hasta conducirlo a subir las escalinatas del Palacio Nacional el 16 de agosto del 2016.
La figura escogida es un opaco dirigente político, sin carisma ni atractivo, sin experiencia de Estado, aunque con buena formación académica. Se llama Luis Abinader.
Abinader es el instrumento escogido por un segmento de la burguesía empresarial –que se pinta de liberal- para tratar de desalojar de la mansión presidencial al Partido de la Liberación Dominicana (PLD), con la bendición y tutela de la embajada de Estados Unidos, cuyo embajador James W. Brewster no ocultó su preocupación y molestia por el dilatado inquilinato en el poder del partido morado, y en una comparecencia inusual a un programa radial capitalino así lo expuso.
El plan consiste en catapultar al poder a este novato y aprendiz político, que heredó una franquicia partidaria de su padre, la cual tomó para cambiarle el nombre y sustentar sus aspiraciones políticas, tras seguirle los pasos al decadente expresidente Hipólito Mejía y los “venerables ancianos” que abandonaron el PRD.
Luis Abinader no tiene muchos seguidores, pero sí muchos recursos, provenientes de esos sectores que están ilusionados con una alternancia política.
Ese sector empresarial que sustenta a Abinader es dueño de importantes medios de comunicación, donde operan “líderes de opinión”, cuya pluma y voces están vertebrando propagandísticamente dicho proyecto político.
El primer inconveniente de Abinader es su bicípite plataforma, el Partido Revolucionario Moderno (PRM), donde aparece un Hipólito Mejía, especialista en “hacer capú y no te abajes”.
Por el fantasma Hipólito Mejía, el futuro y destino de Abinader es incierto.
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