
ACTITUD CRÍTICA ANTE LA CRISIS DEL LENGUAJE
En Educación - Opinión agosto 28, 2014 porNada tan estúpido como vencer, la verdadera gloria esta en convencer (Víctor Hugo)
Resultaría curioso en este momento ver llegar a Cervantes con el ceño fruncido o escuchar de pronto la expresión satírica de Dante o de Shakespeare cuando Homero el del mundo heleno soltaría una carcajada bufa en el mismo instante que Uslar Pietri le pidiera a Dios que le prestara su silencio, al oír o leer con un dejo de desconcierto el distorsionado lenguaje, para no decir la jerigonza del troyano de hoy.
Y es que nuestro lenguaje no ha sido inmune a la implacable hostilidad del momento que vivimos, porque definitivamente para decir lo que sentimos debemos valernos del arte del bien hablar en el discurso, y no son palabras vanas.
Salvando las distancias y nunca mejor dicho con pelos y señales, en este momento se perfila un uso de lenguaje tanto en la manera oral como escrito que se define perfectamente en dos modalidades contrapuestas.
En el primer grupo se perfilan los de genio aguzado e imaginación creativa, estos son fieles combatientes de las ideas dejando el resquemor en el buen uso de las palabras, pudiendo derrotar la mente con el mejor razonamiento.
Y en el otro grupo que ha venido abriéndose paso a tientas se definen los que valiéndose de la hojarasca lanzan abono de boñigas de asno al supuesto preadamita que estaría en la mira de ataque, perdiéndose en el fárrago sin lograr penetrar la piel gruesa de su contendor, por supuesto la estrafalariamente lengua se estrellaría contra los muros invencibles del lenguaje depurado.
Instantes brumosos y volátiles en este equinoccio de la vida, momento de cambios, de humores y de pareceres, de pesos y contrapesos, transitando un carnaval sin máscaras, donde se desperdicia lo más preciado en el uso del papel, que es el razonamiento para dar paso a una temática cansona y descalificante dando prioridad al uso indiscriminado de calificativos obscenos, redundancias fatigosas, sobrenombres y remoquetes que se mueven en una danza sincronizada y siniestra sin dejar el espacio que le corresponde a la modalidad lingüística y a la parte constructiva del lector.
Alto ahí… ¡Por favor! Quien escribe debe considerar una serie de valores muy importantes, valores democráticos y cívicos, valores que tienen que ver con la decencia, la honestidad y la responsabilidad social, fiel creyente de la cohesión familiar teniendo presente las herramientas necesarias para escribir, para hablar, curtiendo la piel de comprensión para hacer destino, para hacer patria, fiel cultivador de la palabra y paradigma de aprendizaje.
Ya nos decía Gabriel García Márquez refiriéndose a la chabacanería del lenguaje, semejantes monsergas en ningún momento son dignas de ser oídas o leídas.
Y en el mismo escenario es importante significar la posición de Edgar Allan Poe en el momento de criticar a un enemigo no se refugiaba en la mediocridad… ¡Mira que era despiadado y cruel! Pero lo hacía con altura por lo que se le llegó a conocer como El Hombre de Hacha, no menos la posición de Tomás Meabe Bilbao al sostener “Quisiera escribir con amor y la pluma se me torna látigo…” Pese a lo inflamado del estilo escribía desde un verdadero pináculo.
Y es que no se dan cuenta que dando un buen uso a la pluma o al micrófono sentimos que hasta el cielo se mueve, porque en ese torrente que corre impetuoso se puede atravesar fuegos para llegar más allá de los confines del espíritu.
El buen cultor del lenguaje, valga la redundancia puede derrotar al contrincante sin ni siquiera ensuciarse la sandalia, sin lugar a dudas un lenguaje bien usado puede aplastar a una persona con el peso de la lengua.
Para ocupar la cabecera de honor hay que dejar atrás esas crónicas comadreras que se han ido imponiendo hoy, propias de egos inflados y genio enfermizo que obcecan la razón impidiendo precisar los rasgos definitorios fundamentales de todo escrito o conversación.
La excelente compostura y el buen estilo en la redacción deben prevalecer aún en situación de desafío.
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