A ese ciudadano prominente le conozco desde mi niñez (y por mi dilatada edad, hace mucho de eso). Siempre fue un ejemplo de corrección y decencia. Un munícipe comprometido con las mejores causas de la provincia sureña de San Juan y de la República. Un deportista laureado, profesor de Artes Marciales (Karate Do), que formó a cientos de jóvenes e impulsó que una parte de ellos llegara a la selección nacional de ese deporte, paseándose por el mundo, cosechando medallas y vítores.

Ese ciudadano fue un hombre de bien en San Juan, que apostó por nuestro desarrollo cultural, que circunstancias adversas particulares lo obligaron a un exilio económico en el Distrito Nacional.

En años políticamente difíciles, su inclinación y militancia revolucionaria y progresista nunca la ocultó.

Defiendo con mi propia vida a mis amigos, y ese es mi amigo, a pesar de que tengo varios años que no le veo. Hoy salgo en su defensa porque lo han encarcelado, vejado y maltratado a él y a su esposa, y lo peor, han lanzado una brutal campaña de lapidación mediática en su contra.

El estilo actual de las confrontaciones políticas, económicas, sindicales o personales se enfoca en dinamitar a los adversarios a nivel mediático. No se espera ni se necesita un veredicto de los tribunales, frente a imputaciones penales. Importa calcinar a los imputados en la hoguera de los medios informativos y las redes sociales digitales. Y eso se está haciendo maliciosamente con este notable hijo del sur.

Insisto en destacar que en las provincias de San Juan y Elías Piña ese ciudadano goza de respeto y admiración de todos los que le conocemos, porque fue un sembrador de valores e ilusiones en la niñez y juventud.

Hoy doy la cara por el Profesor Arsenio Quevedo, a quien por su polidactilia, todos apodamos el Cinqueño. Y lo hago porque ese es mi amigo y no es ni asesino, ni ladrón, ni sicario, ni delincuente.

Malvados y malnacidos los que lo injurian.

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