PRIMERO: Querer prefijar una imagen mesiánica de un presidente, a partir de una machacadera de un índice estratosférico de popularidad, e imponer a la fuerza una repostulación del jefe de Estado;

SEGUNDO: Dividir internamente el partido que te catapultó al mando, pateando sin misericordia a los Leonelistas, generando una fractura, que como dijo Franklin Almeida, necesita urgentemente un yeso para sanar. Haber fragmentado el PLD en dos bandos es el más infértil legado de esta administración, la cual amenaza la continuidad de ese partido en el mando público;

TERCERO: Haber patrocinado, junto a la oposición, que son los enemigos del PLD, también enemigos del mismo Presidente, una lapidación mediática al máximo líder del partido, menoscabando su popularidad y ascendencia. Armar a tu enemigo es torpe en la vida y estúpido en política;

CUARTO: Destruir la coalición que te llevó al poder, pateando a aliados tradicionales, caso Vincho Castillo y la Fuerza Nacional Progresista, es inexplicable.

QUINTO: Es ridícula la tacañería política del grupo gubernamental respecto a una alianza electoral. Al PRD y al Partido Reformista hay que cederle una mayor cuota de poder, para que las bases de esos partidos se motiven a participar del proyecto y efectivamente voten entusiasmados por la unión desde la presidencial, congresual y municipal;

SEXTO: Es contraproducente y estéril que a los periodistas y medios de comunicación que tuvieron cercanía con el expresidente Leonel Fernández se le reprima financieramente, como viene ocurriendo. El acoso a comunicadores de ese litoral en San Juan, por ejemplo, es abusivo.

SEPTIMO: Excluir a seguidores de Leonel Fernández de la dirección de instituciones de gobierno en las provincias, municipios y regiones, mantiene con los brazos caídos a este segmento del partido de gobierno. No hay un solo leonelista en cargos de importancia en el interior, lo que lacera el liderazgo local.

• Compartir este artículo:
• Comentar