Prof. María Isbelia A. de Alfonzo

Y POR POCO, CENIZAS DE LA CORONELA

En Opinión  por

Nos contó en una oportunidad el Novelista Rómulo Gallegos que en un viaje con destino a Europa, inconforme como todo Escritor quiso lanzar al mar el manuscrito original de su novela, se titulaba entonces LA CORONELA, y ya la tenía en las manos para sacudirla al viento y dejarlo volar en cielos infinitos, tal vez a la incompatibilidad de sus letras con lo de ejercicios de armas implicase ese título infeliz, pero iba junto a él la compañera eterna de su vida, su Teotiste amada, para quien nada podía ser sino precioso objeto de su amoroso cuidado, y se lo quitó de un arrebato que pudiera esconderlo entre las sombras. El hilo conductor en la expresión del insigne Escritor venezolano dejaría impreso en páginas eternas contra el viento una obra imperecedera, su DOÑA BARBARA, grandioso y elocuente relato de los llanos venezolanos, esta novela privilegiada fue publicada en España en 1929, considerada la mejor novela de ese tiempo en un veredicto dado por un calificado jurado integrado por Azorín, Ricardo Baeza y Gómez de Baquero. En el decurso del relato nos presenta una mujer impositiva y misteriosa, nadie hasta entonces osado sería a contradecir sus decisiones, era una trágica figura del tipo primitivo apegada a sus costumbres ancestrales. Ella encarnaría el reino del mal a la ley de la selva, aquella estaba apoyada por Mr. Danger. El cazador de caimanes y el Coronel Ño Pernalete, con razón había extendido su omnímodo poder y como consecuencia su nombre era odiado y respetado al mismo tiempo, también falsificaría documentos y compraría Jueces, ella había redactado su propia ley, pero Santos Luzardo, representante de la civilización asoma prontamente a ese mundo donde la barbarie hacía estragos, andariego como tal debe dejar su brillante carrera de abogado para dedicarse al cuidado de aquella hacienda que por herencia le corresponde/ Una voluntad poderosa de lucha debía enfrentarse contra la muralla de sus oponentes, porque en aquel mundo de pasiones primitivas no había lugar para dos, alguien debería ceder, pero ninguno daba su brazo a torcer. Muy difícil le resultaría todo al principio y Santos Luzardo se ve obligado a luchar por reivindicar sus derechos valiéndose de la justicia y en ella educaría a sus servidores. Desde Altamira se imponía una paz benéfica que protegía a todos por igual, Antonio Sandoval, el Capataz aprenderá del amo que hay cosas posibles de conseguir, como es la verdad a toda prueba y otro tanto acontecerá con Marisela. Una tragedia se produce con la muerte alevosa de Carmelito, los amigos del protagonista impedirán una venganza, precisamente eso era lo que esperaba Doña Bárbara, pues claro con procedimientos salvajes llevaba todas las de ganar, pero al no poder vencer a su oponente con armas distintas a las suyas, busca desaparecer con el mismo misterio como había llegado un día a aquellas tierras, dicen que se perdió en el tremedal.

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