
La Constitución y la segunda vuelta
En Editorial julio 30, 2023 porCuando decimos que en la aviación «la historia se escribe con sangre», es porque esperamos que ocurra un hecho trágico que cobre decenas y hasta centenas de vidas para identificar la causa que lo produjo y tomar cartas en ese asunto para que no vuelva a repetirse. De igual manera debe actuarse en otros escenarios que han marcado la historia, como el electoral que pretendemos exponer.
A raíz de la crisis política en que se vio envuelto este país en el año 1994 en que el triunfo del doctor Balaguer fue tan cuestionado que se precisó celebrar nuevas elecciones dentro de dos años, trajo consigo una reforma constitucional, con novedades como prohibir la reelección presidencial, la designación de los jueces por el Senado, para el Consejo Nacional de la Magistratura; y el establecimiento de la «segunda vuelta electoral».
Para esas elecciones celebradas en 1996, surtió efecto el tema de la segunda vuelta electoral, ya que el candidato del PRD, José Francisco Peña Gómez, obtuvo 1,333,925 votos (45%), sobre Leonel Fernández con 1,130,523 votos (38%); y Jacinto Peynado del PRSC con 420,560 (14.9%). Fijarse bien que porcentualmente la diferencia entre el primer y segundo lugar fue de apenas 7 puntos. Se convocó a una segunda vuelta electoral.
Para las elecciones del 2000, a pesar de la decisión del pueblo entregar el poder al PRD, su candidato Hipólito Mejía, no alcanzó el 50% más uno (1,593,231 votos, equivalente a un 49.87%); Danilo 796,923 votos, un 24.94%, y Balaguer 785,926 votos, un 24.60%. Fijarse bien que entre el primer lugar y el más próximo, hubo una diferencia de 24.93 puntos porcentuales; sin embargo, para que el del segundo lugar se diera por vencido, tuvo el del tercer lugar que decirle que con él no contara.
Ese escenario desnudó una gran debilidad de ese esquema electoral, que no he escuchado debatir en ninguna de las reformas constitucionales que se han producido (2003, 2010 y 2015). Esa debilidad es que además de ganar con el 50% más un voto, se establezca se gane también cuando la diferencia porcentual del que está en primer lugar y el candidato más próximo, supere los 20 puntos porcentuales.
Podría producirse un escenario en que el primer lugar obtenga un 49%, el segundo un 26%, y el tercero un 20%. Todo el mundo sabe que en esas circunstancias, convocar una segunda vuelta electoral solo lograría gastar una fortuna económica tanto por el Estado como por los partidos participantes. Esa realidad solo podría revertirse mediante la consumación de un fraude electoral. La tarea la dejo para una futura reforma constitucional.
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