
Margarita Cedeño y sus emociones
En Editorial octubre 12, 2014 porEl pasado fin de semana una noticia que inundó las redes sociales y todos los medios de comunicación nacionales e internacionales consternó al país, una tragedia que enlutaba 11 hogares de la República Dominicana; igual número de niños había fallecido en el Hospital Materno Infantil Robert Reid Cabral. De inmediato, como algo muy típico de nosotros los que vivimos en esta finca nos pusimos a buscar un «pendejo» a quien cargarle el dado, para lo cual fue designada una comisión compuesta por el Procurador General de la República, Dr. Francisco Javier Tadeo Dominguez Brito, el Jefe de la Policía Nacional, Mayor General Manuel Castro Castillo, el Jefe del DNI y otrora Ministro de Defensa, General Sigfrido Pared Pérez y la Directora del Seguro Nacional de Salud, Dra. Altagracia Guzmán Marcelino, quienes de manera muy alegre, superficial, ligera, sin establecer los mecanismos o la base de sustentación de una investigación seria, emitieron un informe en el que obviamente se partió la soga por lo mas delgado.
Ello me trae a la memoria la «Era de Trujillo», cuando en uno de esos arrebatos del «jefe» se produjo una situación en el país fruto de sus desacertadas acciones, que llamó la atención de los organismos internacionales, por lo que cuando fue interpelado al respecto, inmediatamente ni tonto ni perezoso le cargó el muerto al primer funcionario que tenía mas próximo, a lo que el sacrificado en tono de asombro y sin que el jefe lo oyera ripostó: Oh, la soga siempre se parte por lo mas delgado. Digo esto, porque ante esta situación si nos ponemos a buscar un verdadero culpable y la sanción sería la destitución del cargo, tendríamos que esperar por mandato constitucional hasta el 16 de agosto del 2016 para hacerlo. El Presidente, destituye al Ministro de Salud y en su lugar designa a la Dra. Guzmán Marcelino, quien por ética no debió aceptar el cargo, y si tenía aspiraciones de ser Ministra de Salud no debió aceptar ser parte de esa comisión investigadora. Pero en este país la ética está de vacaciones y parece que por larga temporada.
Lo cierto es que mientras todos nos sentimos compungidos, alarmados, entristecidos y afligidos con la infausta situación, los periodistas que cubren las fuentes del palacio nacional abordan a nuestra Vicepresidenta Dra. Margarita Cedeño, acerca de su parecer sobre el caso de los niños fallecidos, quien en un tono gestos y expresiones corporales no aptas para la situación, expresa sentirse muy mal, dolida, que lo lamenta por esas madres; que ella lo hubiese resuelto fácilmente, acto seguido estalla en risa; la prensa le insiste que cómo lo resolvería? Si cancelando, a lo que con un sarcasmo no disimulado estalla en carcajadas diciendo de esperar las investigaciones.
Escuchar y ver a la Doctora Cedeño me remontó a los años dorados del presidente aquel para quien todo era chabacanería, nada era sobriedad ni solemnidad. Margarita, usted cometió una «hipolitada» y que pena. Me lo dijeron y tuve que mirar el video varias veces para creer que la Margarita Cedeño de Fernández que hasta ese momento había concebido como una dama brillante, honorable, sencilla, humanitaria, pero sobre todo con una sensibilidad humana extraordinaria, a esa Margarita que he visto llorar ante las cámaras por situaciones de otras personas. No lo podía creer. Es mas, me resisto a creerlo, esa era una doble de nuestra Vicepresidenta, alguien que se parecía a ella y la pusieron a hacer ese drama, yo prefiero dejar plasmada en mi mente a la otra Margarita, la que había conocido hasta esas funestas declaraciones. Lo mínimo que debe hacer la Doctora Margarita Cedeño, es emitir una nota de desagravio al país y a los familiares de esos niños, porque yo me quedo con la otra Margarita.
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