Prof. María Isbelia A. de Alfonzo

SER MUJER…

En Opinión  por

En muchos momentos me he preguntado ¿Qué será de nosotras simples mortales despojadas del favor de las musas y la iluminación del genio? No quisiera ni siquiera imaginarlo, refugiada siempre en la ´pluma y en el tintero estamos en esa permanente búsqueda de la perfección espiritual tratando de encontrar en el errabundo transitar, si posible fuera, el concepto superior y vidente del poeta con esa mezcla de candor, piedad e irreverencia que no deja escapatoria para traducir en poesía sublime

¿Cuánto cuesta vaciar el alma en el tejido poético? Trascender el costado más sorprendente del ser para extraer la belleza pura de ese espacio intermedio donde el éxtasis y Dios siempre existen.

Tan solo Zeus y La Diosa ojizarca, la mismísima Atenea de los ojos garzos, conocen sobradamente cuánto valió alcanzar el estilo de mi poesía, experimentando alegrías, tristezas y desencuentros, sin embargo, hoy centrada, un tanto robustecida sigo los pasos de Las Musas inermes y sacudo las aguas tranquilas del espíritu para trascender la eternidad de esos confines.

La vida nunca deja de correr y en el paso incesante de los días puede traducir SER MUJER en el instante prodigo, en caminata siempre grande, entre versos que se deshojan sin parar: Es caminar envuelta en los encajes albos, desde el incipiente amanecer al vuelo del pensamiento reservado, por el anchuroso azul del cielo, impregnada de cálidos reflejos, emanando de las sienes los destellos que acarician la niñez.

Trenzar un largo camino hasta llegar al sentir, del recién estrenado amor, fogata viviente encendida, primavera impetuosa con puntillas danzarina, aplastando la hojarasca en parques deshojados, ignorante del deseo que ha de calmar sus ansias.

Ser mujer es ser hija del fuego y del espejo.

Ser faro, ser luz, ser guía, cuando las horas lentas se enredan en los relojes eternos, volar sobre las alas del viento, empujar los últimos vestigios del invierno, dando un abrazo a la ausencia con pinceladas eternas.

Ser mujer… ¿Quién dijo? Es ser madre, esposa del atardecer, hija del alba,

Rosa de mediodía refugiada en el tintero, frente pura de aguas otoñales, fatigada de tierra y fuego.

Es ver el ojo eterno de la vida, es ver agonizar el día en las ultimas luces del crepúsculo.

Su rostro es el espejo que refleja algo misterioso y venerable difícil de comprender, claridad de aguas, nubes caprichosas de los cielos, serán testigos las estrellas, calladas como siempre.

Porque SER MUJER es sentir al águila extender sus alas, desplegándolas en vuelo, cuando el aire del otoño dobla sus rodillas para alcanzar la lumbre de los sueños…

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La realidad existe como un absoluto objetivo: los hechos son los hechos, independientemente de los sentimientos, deseos, esperanzas o miedos de los hombres

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