Prof. María Isbelia A. de Alfonzo

MIS LIBROS CÓMPLICES

En Opinión  por

Se crece cuando se hace caminos aunque se levante el polvo cubriendo la solapa del espíritu, se crece cuando se defienden los espacios en tiempo constante como el águila para no dejar de volar, manteniendo la altura necesaria de los desafíos cambiantes, se crece cuando aprendemos a caminar sin prisa tras del tiempo logrando hablar con Dios en cada ocasión… Incierto de incertidumbre, Lámpara para mis pies es tu palabra, es luz para mis caminos, así reza lo sagrado, con estas subjetivas reflexiones doy forma a mis escritos en el momento que mi rincón literario se transforma en un festín para mis sentidos, muchos libros entre desconcertados y sugestivos desde su pedestal nos observan cuando un puñado de testimonios de mi afán indesmalyable por la escritura surge de lo imprevisto para darle en hondura su verdadero sentido.

Selecciono un ejemplar entre uno y otro conociendo cada cual en el manoseo que sensibiliza mi tocada para encontrarme de pronto con el costado más sorprendente de mi ser, a Cervantes pude ver tratando de comprender la lógica de Sancho, sin menospreciar para nada el coloquio mañanero de Kafka, Rulfo, Goethe, Gallegos, Uslar y Andrés Eloy ¿Quién lo puede entender? Tan solo sé que si ellos transitan por estos lugares lejanos siempre los encontraré entre mis libros cómplices.

Y mientras revivo el viaje de mis escritores tempranos, manoseando las capas superpuestas de los años, de frente me encuentro con la huella que había dejado la noche en su largo caminar en el mismo momento de oír el llanto afilado del ave en triste sonata, ronda quieta de mañana… Y tú cristofué mío, al enhebrar caricias en el aire, endulza este momento con tu canto, estridente grito de garganta al entonar tu voz el solo nombre de la divinidad enigmática cuando mi prosa errante se eleva en vuelos con el alba pudiendo ver al divino cantor personificar al ser alado, representación del genio humano en el simbolismo espiritual de la obra Shakespiriana, recordando a Ariel, Genio del Aire, la parte noble y alada del espíritu descenderá en el ave.

Y aunque creo en la serenidad y en el silencio hay algo de irreverencia que no alcanzo a comprender al tratar de trenzar el largo camino de mi prosa no puedo evitar un trago grueso al tener que traspasar el espejo roto de la Venezuela de hoy, pese a todo esta patria seguirá siendo intensidad resonante del agua que mana de la cascada, tierra primigenia que no sucumbe ante las fuerzas de Calibán, la irracionalidad.

Quisiera pensar entre amargas almendras que tan solo será un instante en el reloj eterno y en la verdad del manto del tiempo deshojado aunque se trate de imponer una revolución con su teatral preámbulo renaciendo en el tortuoso barranco de las mentes, aunque la antipatria este por encima de las verdaderas convicciones, aunque los antivalores se cuelen por finos cernidores y se resquebraje la estructura de la justicia surgiendo por el escotillón una fina telaraña de intrigas y maquinaciones, será tan solo un instante…

Pero antes de cerrar el libro que ahora tengo en mis manos muchas reflexiones chocan con mi frente, alguien decía que los grandes hombres son grandes de alma, grandes de espíritu, grandes de corazón, entonces siento revivir por alguna razón aquella sentencia muy bolivariana: “Todos los pueblos del mundo que han lidiado por la libertad terminan al fin exterminando a sus tiranos…”

Antes de transcribir la parte de mi final entrega coloco el libro en su pedestal y escribo ¡Oh Dios! A veces te contemplo y te contemplo y en este instante desde mi rincón de libros te diré ¡Hasta pronto! De hecho somos peregrinos del camino y en cualquier momento te encontraré de nuevo…

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La realidad existe como un absoluto objetivo: los hechos son los hechos, independientemente de los sentimientos, deseos, esperanzas o miedos de los hombres

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