
Reflexiones sobre la discreción
En Opinión diciembre 22, 2015 porPor: Ing. Félix Bautista.
Muchas cosas ocurren a nuestro alrededor. Muchos de nuestros colaboradores (asistentes, funcionarios altos y medios, directores, subdirectores, secretarias, etc.) permanecen en una guerra silente y continua, un combate interminable. Estas diferencias e intrigas, por lo general colocan en el centro al superior inmediato. Una buena forma de enfrentar estos conflictos de manera individual es revisando y analizando las distintas formas de cómo nos comportamos y actuamos frente a un hecho determinado. Tenemos que conocernos nosotros mismos. Umberto Eco, escritor y filósofo italiano, en el prefacio del libro “Breviario para políticos” del cardenal Mazarino, expresa: “el conócete a ti mismo se interpreta con un conocimiento del alma…” es importante según Eco, estudiar la manera como nos damos a conocer a los demás. Por su parte, el cardenal Mazarino (Giulio Mazarino), italiano de nacimiento y promotor de la firma de los Tratados de Westfalia entre el Imperio Romano y el Rey de Francia en 1648 (que puso fin a la guerra que por más de tres décadas sufrió Europa por motivos religiosos) y los Pirineos entre Francia y España en 1659, escribió “los antiguos decían: contente y abstente. Simula y disimula. Conócete a ti mismo y conoce a los demás”.
Conocerte a ti mismo es esencial para corregir errores y comportamientos. Si te enfadas con facilidad, si eres tímido o muy audaz, es importante conocer cuáles son los fallos de tu carácter, los errores que cometes con tu comportamiento en la universidad, en el trabajo, en la iglesia, en el hogar, en las conversaciones con tus amigos y en las diferentes actividades en las que participas. Es fundamental, observa Mazarino, “que seas consciente de todos tus fallos y que vigiles tu conducta”. Cuando los descubras, revisa tu aspecto físico: tu mirada, el cuello, la forma de caminar, los gestos de tu rostro, el tono de tu voz, tus ademanes y encontrarás la respuesta. Si lo corriges, te convertirás en una persona paciente y agradable.
Es importante conocernos a nosotros mismos a plenitud, no obstante es también necesario conocer a los demás, sobre todo a aquellos que no guardan confidencias. Las personas cuya vida está dominada por el alcohol es difícil que guarden secretos, después de haber ingerido algunas copas exponenciales dicen todo lo que saben y hasta se inventan lo que no saben. Si es una persona que habitualmente no consume alcohol y te revela secretos de otro, no le confíes los tuyos, pues con el primero que se encuentre compartirá de manera consciente, todas las informaciones confidenciales que ha recibido de ti.
Una forma de comprobar que alguien es capaz de guardar secretos es la siguiente: elige una persona y hazle una confesión con la condición de que guarde el secreto. Luego confíale la misma información a otra persona. Selecciona a un tercero a quien también confíes el mismo tema tratado a los demás y solicítale que se reúna con estos y que en el transcurso de una conversación trivial les insinúe sobre el secreto. Si los tres son depositarios del mismo contenido y uno permanece en silencio, estás frente a un tesoro y podrás seleccionarlo como asistente con toda tranquilidad. Naturalmente en este ensayo el secreto es solo un experimento para seleccionar la persona idónea para que te acompañe en tus labores cotidianas.
Aparecen algunos personajes que su comportamiento es idolatrar a los demás aunque carezcan de méritos, -los que se conocen con el nombre de aduladores- hay que prestarle atención y nunca confiar en sus alabanzas y comentarios desproporcionados. El Breviario para políticos de Mazarino señala que “un buen método para desenmascarar un adulador es contarles que has cometido una acción innoble y que estás orgulloso de ella como si fuera un triunfo. Si te felicita, es un adulador. Un hombre sincero se abstendría al menos de hacer comentarios”.
Debemos observar de igual forma a aquellos que hacen irritar a los demás, con sus comentarios rimbombantes, exhibiendo un comportamiento de superioridad que no es más que su complejo de inferioridad. Dentro de este grupo de personas, hay una clase que hoy se denominan como “los nuevos ricos”. Guilio Mazarino explica que “los nuevos ricos, nacidos en el arroyo, los reconocemos por su obsesión por los bellos adornos y sus festines refinados. La experiencia de la miseria les empuja a ambicionar las satisfacciones materiales mucho más que los honores”.
“Los nuevos ricos” por lo general cambian los hábitos y las amistades. La Biblia en el libro de Proverbios, capítulo 14, versículo 20, afirma “Al pobre, hasta sus propios amigos lo odian; al rico le sobran amigos”. La palabra amistad tiene un amplio significado: en griego significa “sin mi yo”, lo que implica que un amigo es el otro yo. Es una relación afectiva, constante y fiel. Es entendimiento, respeto, comprensión, empatía, compañía mutua, lealtad, altruismo, confianza, sinceridad y convivencia. La Real Academia de la Lengua Española, define la amistad como el “Afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato”.
Es aconsejable no pedir préstamos ni hacer negocios con amigos. Es mejor una buena amistad y no un mal negocio. Si intentas comprar algo a un amigo y el precio es muy alto, te sentirás estafado, en cambio sí le ofreces a tu amigo un precio muy bajo por la compra, se sentirá burlado. Para conservar esta amistad ni le compres ni le vendas a un amigo. Es bueno preservar y cuidar las buenas amistades. Una forma de hacerlo, “es tratando bien a los sirvientes de tu amigo, incluso a los más humildes; de lo contrario tratarán de desacreditarte ante él…cuando seas invitado a su casa, finge tener con ellos la mayor confianza… no te muestres demasiado familiar… y para que te respeten utiliza una sabia mezcla de amabilidad y distancia, mostrándote amable, afectuoso y cortés, sin humildad excesiva ni sumisión exagerada”, escribió Mazarino.
Muchas de las cosas que nos ocurren todos los días son bíblicas. Todo cuanto he tratado de explicar lo recoge la Biblia: las intrigas, los malos comportamientos, la traición, las infidelidades, las enemistades, el odio, la incomprensión, la deslealtad, la avaricia, en fin, somos esclavos de estas miserias humanas y lo único real que debemos abrazar son las enseñanzas de Cristo. Que así sea. Amén.
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