
Cuando dos no se ponen de acuerdo, un tercero es la solución
Secciones: General diciembre 7, 2022 por 0Quienes han seguido nuestros escritos estarán contestes que en el año 2019, a raíz del feroz enfrentamiento entre Leonel Fernández y Danilo Medina, advertimos que «en un pleito de dos bravos perros por el mismo hueso, suele terminar llevándose el hueso un tercer perro»; que el PLD tanto se había saciado del poder, que ya les hedía y estaban apostando a salir del mismo, jugando 99 de los 100 números de la lotería. Comentaba en un escrito posterior, que ya el tercer perro se había asegurado el hueso, que a lo que tendría que apostar el PLD era, si permitía lo lograra aliado a la Fuerza del Pueblo o sin la ayuda de esta. El resultado es historia.
Hoy, a menos de dos años de las elecciones municipales, congresuales y presidenciales del 2024, vislumbro un lúgubre panorama electoral tanto para el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), como para la Fuerza del Pueblo (FP). No se precisa ser mago o adivino, sino ver el juego desde las gradas para advertir lo que difícilmente pueden percibir quienes están en el jardín. Para documentar lo que pretendo exponer, permítome referirme a las primarias simultáneas del año 2019, en donde los partidos tuvieron que transparentar sus simpatías manifestadas a través del voto.
El padrón general de la JCE (2019) era de 8,718,899, de los cuales 1,296,483 electores correspondían al padrón del PRM (14.87%), acudiendo a sufragar por uno de los precandidatos de su partido, 382,385 (29.49% de su propio padrón y 4.39% del universo electoral). De ese 4.39%, el hoy presidente de la República, Luís Abinader obtuvo 3/4 partes (283,393 votos, para un 3.25% de nuestro universo electoral). Eso quiere decir que solo el 3.25% de los electores dominicanos confió y creyó en la propuesta de Luís Abinader, como candidato presidencial; todo lo demás fue coyunturas electorales.
Hoy el panorama electoral se torna tan sombrío como incierto, tanto para el PLD como para la FP. Si es cierto que (contrario al 2019) el PLD eligió su actual candidato presidencial sin el menor trauma, no menos cierto es que se trata de un candidato tan débil como impopular (no lo digo yo, sino las cifras). En unas primarias cuyo padrón era superior a 8,718,899 votantes, apenas logró seducir 274,821 (un ínfimo 3.15%). La peor debilidad de ese candidato, es sin embargo, la resistencia interna de quienes ayer igual o superior a él eran pupilos de los dos «líderes» de ese partido, no se las van a poner tan fácil para que trascienda sobre ellos (casos Julio César Valentín, miembros familia Domínguez Brito, entre otros que seguirán renunciando o desde dentro conspirarán contra ese incipiente proyecto).
Partiendo de lo anterior, sería fácil colegir que la alternativa para derrotar al oficialismo sería una alianza en primera vuelta entre el PLD y FP, que garantice su fortalecimiento más allá del 2024. En honor a la verdad, sí y no. «SÍ», porque no hay manera de que puedan destronar al oficialismo, cada quién halando para su lado; y «NO», ya que no sería suficiente con que se produzca tal alianza, sino de quién la estaría encabezando. La condición sine-quannon es que Danilo y Leonel lo entiendan en primera vuelta; si no lo entienden, el triunfo del PRM será inminente sea en primera como en segunda vuelta; si logran asimilarlo, la segunda condición para hacer esa alianza ganadora dependería de quién la encabezaría.
Sería un iluso quien piense que Leonel Fernández apoyaría al actual candidato del PLD en una eventual alianza, por dos razones (una fundamental y la otra de lógica elemental); la primera, porque no tendría sentido su salida del PLD, dando aquiescencia a la actitud que contra él asumió su Comité Político; y la segunda, porque el hoy candidato del PLD, fue uno de los principales activos con que contaba Leonel en ese partido y de quien esperaba siguiera sus pasos hacia la Fuerza del Pueblo (la deslealtad no se premia). Si fuese Leonel, con un PLD unido en ese propósito sería una victoria contundente en primera vuelta; sin embargo, no debemos soslayar que un gran porcentaje del PLD se resistiría, ya que culpan a Leonel de su salida del Gobierno.
Antecedentes de esa naturaleza he visto muy de cerca, como el caso del municipio Salvaleón de Higüey en el año 2001, cuando el alcalde Ismael Peña Rodríguez, aspiraba a repostularse, teniendo como contendor interno al «senador» en funciones, German Castro (PRSC), señalado «dedocráticamente» por el fenecido Amable Aristy Castro, quien a pesar de haber ganado la senaduría, era para él más importante ocupar la secretaría de la Liga Municipal Dominicana (LMD). Aquello fue una campaña a muerte, llegando al punto que ninguno daba su brazo a torcer. El fruto de aquél brutal enfrentamiento fue Karina Aristy, quien a pesar de no aspirar, resultó como la solución, homologada por ambos precandidatos.
La manera más expedita de una fórmula confiable y que aglutine a ambos sectores (FP-PLD) sin reservas, lo es alguien que no sea ni de un «bando» ni del otro. ¿Quién podría ser? Aunque a algunos les parezca una quimera o absurdo, el único que garantizaría un triunfo arrollador en primera vuelta sería Miguel Vargas Maldonado, por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), llevando de vice a quien consideren Danilo, Leonel, que obviamente debería ser Abel Martínez Durán.
Esa fórmula garantizaría un triunfo de la oposición en primera vuelta, partiendo de varios factores: a) no hay mejor astilla que la del propio palo; los perremeístas disgustados con el Gobierno, buscarían cobija en su vieja casa (el PRD); b) los seguidores institucionales de los tres partidos, votarían el «forro» para ganar, ya que estarían autorizados por su organización y su respectivo líder; c) los seguidores personales de Abel no se resentirían, porque de todos modos su «líder» iría al Palacio; y d) Miguel Vargas, además de haber sido aliado en varios períodos del PLD, es un ente de equilibrio, moderación y pacificación, con muy baja tasa de rechazo.
En las elecciones congresuales y municipales, esa alianza de seguro se llevaría el 100% del Senado, no menos del 80% de los diputados, el 95% de alcaldes y directores de juntas distritales; y no menos del 70% de concejales y vocales a nivel nacional. Sobre todas las cosas, tanto la FP como el PLD (contrario a si la alianza fuese encabezada por uno de ellos, que engulliría al otro por hegemonía), mantendrían cohesionada su militancia, ocupando posiciones tanto electivas como del gobierno central.
Decía un gran sabio que «la política es el arte de lo posible». El profesor Juan Bosch decía que «en política hay cosas que se ven y otras que no; que algunas veces las que no se ven son más trascendentales que las que se ven». Los intereses del país deben anteponerse a las apetencias personales de los actores del sistema; en este momento, la República Dominicana precisa de sus mejores hombres y mujeres. Ya veremos.
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