DETENGAMOS ESE MURO FRONTERIZO QUE DE NADA SIRVE

En Editorial  por

Histórica y geográficamente cuando un país pobre comparte frontera con un país rico (o menos pobre), este último recibe la inmigración de su vecino; no podríamos pretender que República Dominicana sea la excepción con Haití.

El problema no es que los haitianos emigren hacia RD, ya que también lo hacen venezolanos afectados por la gran crisis que azota a su país; los dominicanos convivimos con venezolanos y no se produce ningún sentimiento de animadversión; sin embargo, con los haitianos es algo diferente.

Hay grandes e insalvables diferencias entre dominicanos y haitianos, empezando por la historia que nos une y que nos separa. El dominicano es un ente de paz, ordenado, limpio, de fe cristiana, amante de la Naturaleza y protector de la ecología. El haitiano por el contrario es un ser beligerante, irracional, depredador de la ecología y los recursos naturales; caótico, desordenado, asqueroso, aman a Satanás como su Dios y practican el vudú.

La solución al problema domínico-haitiano no se soluciona con la construcción de un muro frío e inerte de hormigón armado. Se precisa de un gobierno enérgico y decidido; de sentido de la historia y patriotismo; que no sea un mojigato, narigoneado ni «yes men» de poderes externos; que disponga una reforma integral de la Ley de Migración, para que se establezcan severas sanciones no para los haitianos, sino para los dominicanos que la violemos.

Construiremos una muralla impenetrable cuando la Ley sancione con:

a) 3 años de prisión y 500 salarios mínimos del sector oficial, a todo productor agrícola, constructor, empresario o gerente de empresas que contrate mano de obra de ilegales;

b) 1 año de prisión y 200 salarios mínimos a todo propietario de inmueble que venda, rente, arriende o realice cualquier actividad inmobiliaria con ilegales;

c) 1 año de prisión y 150 salarios mínimos a todo propietario de muebles (vehículos, electrodomésticos o cualquier otra denominación) que los comercialice con ilegales;

d) De 6 meses a 1 año de prisión; y multa de 150 salarios mínimos por cada ilegal que sea transportado por mar, cielo o tierra, sin importar cuál fuere el medio de transporte.

e) De 3 meses a 1 año y multa de 50 a 200 salarios mínimos, a cualquier comercio que ofrezca bienes y servicios de ninguna naturaleza (exceptuando los centros de salud) a los ilegales.

El gobierno dominicano y las autoridades, no tendrán que mover un solo dedo en contra de los haitianos; será solo darnos seguimiento a los dominicanos para hacernos cumplir la ley o sancionarnos si la violamos. Ese será el gran muro que hará que en este país no exista ni un solo ilegal; los que están allá no querrán venir; y los que están aquí no tardarán 30 días en marcharse para sus países.

Autor

Cristian Hidalgo

Escritor, Ingeniero Civil de profesión y Realtor de oficio. Desarrollador de proyectos inmobiliarios, Asesor de Fideicomisos, Ley 189-11

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