El fracaso del proyecto Abel Martínez

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«Quien cambia una ciudad, cambia un país», ha sido el slogan del candidato presidencial del PLD, Abel Martínez Durán. Con ese pobre argumento, el fracaso de ese proyecto presidencial ha sido el presagio que ha  generado en quienes podemos ver más allá de la curva. Desde mucho antes de celebrarse las primarias internas de ese partido, advertí que Abel ganaría el proceso porque entre un grupo de malos, suele alzarse con la victoria quien  la gente percibe «el menos malo».

El resultado del congreso elector del PLD para seleccionar a quien encabezaría su boleta para las próximas elecciones, fue muy claro de cuál sería el futuro político del proyecto presidencial de Abel Martínez Durán. El 18 de octubre del 2022, inmediatamente después de conocerse los resultados de las primarias, escribí un artículo en este mismo periódico, titulado «¿Quién ganó la nominación presidencial en el PLD? ¿Quién ganará las generales?»

En mi escrito dije: «he visto a muchos celebrar esa victoria como contundente y avasalladora, por haber obtenido más del 60% de los sufragios. Yo que veo el juego desde las gradas, percibo que esa es una candidatura que aunque con reales posibilidades de llegar a la presidencia de la República, ha nacido muy desmadejada, toda vez que apenas logró conquistar un pírrico 3.50% del universo electoral al que fue sometida, tomando en cuenta que el padrón de la Junta Central Electoral (JCE) es actualmente de unos 7 millones de electores; y esa consulta fue realizada a padrón abierto».

Abel Martínez solo logró seducir para que sufragase a su favor, al 3.50% del universo al que se sometió; esa fue su primera derrota con indumentaria de victoria. El candidato de marras podrá ser asimilado en su natal Santiago para una diputación y ser el más votado en Santiago de los Caballeros para la alcaldía; sin embargo, cuando se trata de una responsabilidad tan suprema como la presidencia de la República, ni siquiera los mismos santiagueros se aventurarían a poner en tan inexpertas e improvisadas manos los destinos nacionales.

Su debacle y segundo episodio que advertía su fracaso, fue la salida del partido, de Julio César Valentín, el principal líder y cara del PLD en la provincia Santiago, diputado, presidente de esa Cámara y posteriormente senador. A pesar de los 1.8 millones de electores con que cuenta el padrón electoral del PLD y que se refleja en las encuestas que se realizan, lo cierto es que cuando se habla del candidato de ese partido es como si se le mencionase el mismo Diablo al lector. Es por ello que medido de partido a partido, el PLD ocupa un segundo lugar, muy cerca del primero pero lejos del tercero; mientras que al hacerlo con los candidatos, el lugar de Abel Martínez es el tercero muy alejado del segundo.

Lo anterior fue afirmado por el mismo secretario general Charlie Mariotti: «en encuestas la gente se identifica con el PLD, pero no escoge a Abel para las presidenciales». Ante esa realidad, su jefe de campaña Francisco Javier García, un experto en convertir a un candidato malo en opción de poder, responsable de todos los triunfos del PLD desde las elecciones del 2004 hasta ahora, sin haber perdido ninguna, se ha dado cuenta que ese paciente por muchos y buenos medicamentos que se le inoculen, será cuestión de tiempo para que fallezca; que mientras más vivo permanezca, mucho más arruinada quedará familia. Por eso su oportuna salida del proyecto, que aunque algunos han dicho fue petición del candidato, nadie en su sano juicio podría creer semejante barrabasada.

El otro que abandona el barco es el líder estelar del PLD, el expresidente Danilo Medina, encontrando el pretexto perfecto: «motivos de salud». Mi conjetura es que ante la inercia del proyecto de Abel Martínez, se ha planteado una alianza en primera vuelta entre PLD-PRD-FP, encabezada por Leonel Fernández, quien según las encuestas, a pesar de su elevada tasa de rechazo, es quien marca los mejores números; no significando que ganaría las elecciones. A esa fórmula se opone el candidato natimuerto, asegurando de manera categórica que él debe encabezar la boleta de la alianza o que ganará las elecciones de manera individual.

Lo cierto es que por dignidad, Abel Martínez no debe esperar un solo día más y renunciar de esa malograda candidatura, dejando libre el escenario para que el Comité Político tome lo que considere la mejor decisión para el futuro de ese partido; no hacerlo, su permanencia en esa boleta sería como un cáncer que ha hecho metástasis en todo el cuerpo; con el paso del tiempo quebrará financieramente y arruinará a toda la familia; con una muerte inevitable. La intolerancia, arrogancia, prepotencia, altanería y otras evidentes condiciones que adornan a Abel Martinez, no le permiten a este pueblo asimilarlo como posible presidente de la República; por muy liberales que parezcamos, para algunas cosas, aún no estamos preparados.

Autor

Cristian Hidalgo

Escritor, Ingeniero Civil de profesión y Realtor de oficio. Desarrollador de proyectos inmobiliarios, Asesor de Fideicomisos, Ley 189-11

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